(2o día)
Que si bien el estar sujetas a pecar es muy de lamentar para nuestras almas, no obstante, es también una señal de su excelencia y no les es nocivo puesto que Dios no les niega nunca su gracia para verse preservadas del pecado; por lo tanto, con la ayuda de esa gracia tendré una gran confianza en su bondad, sin apartar los ojos de mi impotencia, con temor no tanto de las penas que merece el pecado (y que son testimonios de la soberanía de Dios) como de que ese pecado nos aleja de Dios y de su santo amor.