Quinto mal del pecado: somos desterrados del reino

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Quinto, somos desterrados del reino. Los que ofenden a los reyes, se ven forzados al exilio. Así también el hombre a causa del pecado es expulsado del paraíso. Adán inmediatamente después de su pecado fue echado de él, y la puerta se cerró. Pero Cristo con su Pasión abrió aquella puerta, y volvió a llamar al Reino a los desterrados. Una vez abierto el costado de Cristo, se abrió la puerta del paraíso; derramada su sangre, se borró la mancha, se aplacó Dios, se suprimió la debilidad, se cumplió el castigo, los desterrados son llamados al Reino de nuevo. Por eso oye el ladrón al instante: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43). Esto no se había dicho antes; no se dijo a nadie, ni a Adán, ni a Abraham, ni a David; pero hoy, es decir, cuando la puerta se abrió, el ladrón pide perdón y lo alcanza. «Teniendo la seguridad de entrar en el santuario por la sangre de Cristo» (Heb 10,19).
Así queda clara la utilidad en lo tocante al remedio.

Sobre los cinco males que acarreó el pecado y que fueron remediados por la Pasión de Cristo. Exposición del símbolo de los apóstoles. Capítulo 4