En la comunión no sólo nos permite penetrar en su pecho, sino que Él penetra el nuestro. Nos pide que toquemos sus llagas, pero también nosotros podemos pedirle que toque las nuestras para curarlas.
En la comunión no sólo nos permite penetrar en su pecho, sino que Él penetra el nuestro. Nos pide que toquemos sus llagas, pero también nosotros podemos pedirle que toque las nuestras para curarlas.