Ten por cierto que te conviene morir viviendo; y cuanto más muere cada uno a sí mismo, tanto más comienza vivir para Dios.
Ninguno es suficiente para comprender cosas celestiales, si no se humilla a sufrir adversidades por Cristo. No hay cosa a Dios más acepta, ni para ti en este mundo más saludable, que padecer de buena voluntad por Cristo.
Y si te diesen a escoger, más debieras desear padecer cosas adversas por Cristo, que ser recreado con muchas consolaciones; porque así le serías más semejante, y más conforme a todos los Santos.
No está, pues, nuestro merecimiento ni la perfección de nuestro estado en las muchas suavidades y consuelos, sino más bien en sufrir grandes penalidades y tribulaciones.
Imitación de Cristo, 2, 12