No hay oración más satisfactoria que el nombre de Jesús

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La forma misma de la Oración del Nombre de Jesús —dijo— demuestra cuán grande es esta plegaria. Se compone de dos partes. En la primera, esto es, Señor Jesucristo, Hijo de Dios, conduce nuestros pensamientos hacia la vida de Jesucristo o, como dicen los Santos Padres, es un compendio de todo el Evangelio. La segunda parte, ten piedad de mí, pecador, nos enfrenta con la realidad de nuestra propia impotencia y culpa. Y hay que advertir que el anhelo y la súplica de un alma pobre, pecadora y humilde no puede ponerse en palabras de forma más sabia, más clara y más exacta que en ésta: Ten piedad de mí. Ninguna otra ordenación de palabras sería tan satisfactoria y completa como ésta.(Relatos de un Peregrino Ruso)