No creerse superiores a los demás

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No saquéis vos de oír estas caídas ajenas alguna soberbia de corazón, con que digáis: No soy yo como aquellos que tan feamente han perdido la fe. Acordaos de unos hombres que contaban a nuestro Señor que Pilato había muerto a cierta gente de Galilea en mitad de unos sacrificios que hacían (Lc., 13, 1); y llevaban los que esto contaban un liviano complacimiento en su corazón, con que se tenían por mejores que aquellos que hablan hecho cosas merecedoras de que los matase Pilato. Y como el Soberano Maestro entendía la tal soberbia, sin que ellos la manifestasen, queriéndolos desengañar, les dijo de esta manera: ¿Pensáis que aquellos hombres de Galilea eran mayores pecadores que todos los hombres de aquella provincia, porgue vino tal castigo sobre ellos? ¿O pensáis que aquellos dieciocho hombres sobre los cuales cayó la torre en Siloé y los mató, eran mayores pecadores que todos los otros hombres que moraban en Jerusalén? Yo os digo que no, y que si penitencia no hiciéredes todos juntamente pereceréis. Este mismo sentido tiene San Pablo, cuando dice (Rom., 11, 19): Por la incredulidad fueron cortados los judíos, que eran ramos en la oliva de los creyentes, y tú por la fe estás en pie. No quieras ensoberbecerte, mas teme, porque de otra manera también serás tú cortado. Los castigos de Dios hechos en otros, humildes y cautos nos deben hacer, no soberbios. (Juan De Ávila, Audi filia)