Nada entra en el cielo sin purificarse… Esta purificación total del ser humano, este tránsito completo de mí mismo al reino del Hijo muy amado, que me hace digno y capaz de participar de la compañía de los santos en la luz, deben hacerse y acabarse en mí antes de entrar en el cielo. Nadie entrará hasta que este trabajo se haya llevado a cabo. Lo que no se haya hecho en este mundo se hará en el purgatorio, si es que este trabajo está ya comenzado; porque el pecado mortal es la presa eterna del infierno. Es preciso pasar por la muerte para llegar a la vida. (José Tissot, La vida interior)