Meditación sobre la muerte

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Pensad, pues, que todo esto por vos ha de pasar. ¿Qué tal estará vuestro cuerpo debajo de la tierra? Y cuán presto se parará tal que ninguno, por mucho que os quiera, no os pueda ver, ni oler, ni estar cerca de vos. Mirad allí con atención en qué para la carne y su gloria, y veréis cuán necios son aquellos que, habiendo de salir tan pobres de este mundo, trabajan acá por ser muy ricos; y habiendo de ser tan presto hollados, tienen gran sed de ponerse en más altos lugares que otros, y cuán engañados viven los que regalan el cuerpo, y se van tras sus deseos, pues que otra cosa no hicieron sino ser cocineros de gusanos, guisándolos bien el manjar que han de comer, y ganaron con sus bienes y deleites tormentos que nunca se acaban. Considerad y mirad con muy gran atención y despacio vuestro cuerpo tendido en la sepultura; y, haciendo cuenta que ya estáis en ella, mortificad los deseos de la carne cada vez que os vinieren a la memoria, con mirar qué muerto estará vuestro cuerpo; Y mortificad los deseos de agradar y desagradar al mundo, y de tener en algo cuanto en él florece, pues que tan presto y con tanto abatimiento lo habéis de dejar, y él a vos. Y considerando cómo nuestro cuerpo, después de ser manjar de gusanos, se tornará en cieno y en polvo, no miréis de ahí adelante, sino como a un muladar cubierto con nieve, y que os dé asco de acordaros de él. Y teniendo al cuerpo en esta posesión, no seréis engañada cerca de estima de él, mas ternéis verdadero conocimiento, y sabréis cómo le habéis de regir, mirando el fin en que ha de parar; como quien se pone al fin de la nave, para desde allí regirla mejor.

Audi filia