Pensar en el juicio

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Pensad cómo antes que a este mundo viniésedes érades nada, y como aquella sobrepujante bondad de Dios nuestro Señor os sacó de aquel abismo de no ser, y os hizo criatura suya, no cualquiera, sino razonable. Pensar cómo os dio cuerpo y ánima, para que con lo uno y con lo otro trabajésedes de le servir.

Haced cuenta que estáis ya en el paso de vuestra muerte, lo más verdaderamente que lo pudiéredes sentir, diciendo a vos misma: «Llegar tiene algún día esta hora de mi acabamiento, no sé si será esta noche o mañana, y pues ciertamente ha de venir, razón es que piense en ello.» Pensad cómo caeréis mala en la cama, y cómo habéis de sudar el sudor de la muerte. Levantarse ha el pecho, quebrantarse han los ojos, perderse ha el color de la cara, y con grandes dolores se apartará esta juntura tan amigable del cuerpo y del ánima. Amortajarán después vuestro cuerpo, y poneros han en unas andas, y llevarlo han a enterrar cantando unos, llorando otros. Echaros han en una breve sepultura; cobijaros han con tierra; y, después de haberos pisado, quedareis sola y seréis presto olvidada.

Audi filia