Sería más fácil desprendernos de un don cuando Dios nos lo quita, que tratar de desapegarnos de él. Aceptemos el despojamiento como una gracia y no caigamos en rebeldía tratando de recuperar el don perdido.
Sería más fácil desprendernos de un don cuando Dios nos lo quita, que tratar de desapegarnos de él. Aceptemos el despojamiento como una gracia y no caigamos en rebeldía tratando de recuperar el don perdido.