Lo humano, en un sentido exclusivo y como por oposición a lo divino, es todo aquello que en mí y en mi movimiento está separado de Dios, y que contraría mi unión a Dios, verdadero fin de mi vida. Cuando la satisfacción falsa me apega a lo criado, cuando la independencia de mi actividad me sustrae a la acción divina, permanezco en lo humano. Así, mi satisfacción es humana cuando busca el reposo de su contentamiento fuera de Dios; mi movimiento es humano cuando se produce en mí y por mí, independientemente de la acción de Dios; en una palabra, todo aquello que en mi movimiento vital no está animado y dirigido por la vida divina, todo lo que está fuera de la unión, todo eso es humano, es “lo humano”. (José Tissot, La vida interior)