En los buenos momentos y en los malos, tenemos que llevar la cruz de Jesús, no delante, sino detrás de él, como Simón de Cirene, hasta la cumbre del Calvario.
En los buenos momentos y en los malos, tenemos que llevar la cruz de Jesús, no delante, sino detrás de él, como Simón de Cirene, hasta la cumbre del Calvario.