En te haber dicho que conserves la alegría del espíritu te ha sido amonestado en equivalencia que te apartes de la tristeza mundana; y si eres avisado, nunca jamás te has de entristecer sino por haber ofendido a Dios y por carecer de su gracia; mas de todas las otras cosas te has de alegrar conformándote con la voluntad de Dios muy alegremente, sin la cual no se mueve una hoja de un árbol.
Tercer abecedario espiritual