El santo no está jamás sin satisfacción. El plan primitivo, que ha colocado la gloria de Dios en primer lugar y la felicidad del hombre en el segundo, nunca se altera. El olvido de sí mismo, el negarse y aborrecerse a sí mismo y el morir a sí mismo no son más que la transformación de la muerte en la vida, la absorción de la muerte en la victoria. “Aquel que quiera salvar su alma la perderá, y el que pierda su alma por mí la encontrará”. Es menester perderlo todo a fin de encontrarlo todo. Se pierde lo humano y se encuentra lo divino. (José Tissot, La vida interior)