Oración contemplativa es don de Dios, totalmente gratuito. Nadie puede merecerlo. Corresponde a la naturaleza de este don el que, quien lo recibe, reciba también la aptitud correspondiente. Nadie puede tener la aptitud sin el don mismo. La aptitud para esta obra se identifica con la obra misma; son idénticas. Quien experimenta la acción de Dios en lo hondo de su espíritu tiene la aptitud para la contemplación y no otra cosa. Sin la gracia de Dios una persona sería tan insensible a la realidad de la oración contemplativa que sería incapaz de desearla o buscarla. La posees en la medida en que deseas poseerla, ni más ni menos. Pero nunca deseas poseerla hasta que aquel que es inefable e incognoscible te mueve a desear lo inefable e incognoscible. No seas curioso por saber más, te lo suplico. Se constantemente fiel a esta obra hasta que llegue a ser toda tu vida. (La Nube del No Saber – Anónimo ingles del siglo XIV)