La maldad y gravedad del pecado

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Santa Catalina de Génova refiere que, cierto día, Dios le presentó una clara visión de sí misma, esto es, de sus malas inclinaciones contrarias al puro amor. Y comprendió que hubiera preferido no existir más bien que haber ofendido al amor divino, no sólo con el menor pecado, sino con la más mínima imperfección (José Tissot, La vida interior)