La humildad es sincera, con esa sinceridad inflexible que no gusta que se le mienta y que no quiere jamás mentir a sí ni a los demás ni a Dios. Tiene horror a las excusas y a los subterfugios, a la hipocresía y a la mentira, a los pretextos y a las razones que se alegan para cohonestar lo que no se puede cohonestar. Para ella lo que es, es; lo que no es, no es. Ella entiende ver las cosas tales cuales son, y las mira con mirada fría, limpia e imparcial. No tiene más interés que el interés de la verdad, y su única necesidad es conocerla y reconocerla, aun cuando sea desagradable. (José Tissot, La vida interior)