La eucaristía, sacramento de fe

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La eucaristía es, por excelencia, el sacramento de la fe, que exige de ti la actitud del niño indefenso, la actitud del pecador que nada desea con más ansiedad que la sanación de su mal. Intenta estar durante la santa misa como el leproso del evangelio y pide que Jesús te limpie de la lepra del egoísmo, de la soberbia; de la inseguridad, de la precipitación, de la inquietud y de la tristeza; de la lepra de un afán excesivo por las cosas de este mundo; porque todo eso impide que Cristo crezca en ti. Tu crecimiento en la fe te hará posible descubrir la presencia real de Jesús en el sacrificio eucarístico y descubrir cómo se hace presente su ofrenda redentora. Conocerás cada vez mejor quién es él y qué sucede en el altar. Para que tu eucaristía diaria no se vea amenazada por la rutina, y no se destruya tu fe, trata de participar en cada santa misa como si participaras por primera o por última vez en tu vida. Piensa, por ejemplo, en la profunda vivencia que debió ser para un sacerdote su primera santa misa. Seguramente cuando tomó por primera vez el cuerpo de Cristo, las manos le habrán temblado, pues para él, en ese momento, la hostia era alguien. (Tadeuz Dajczer, Meditaciones sobre la fe).