La dulzura del dolor en el amor

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¡Maravilloso es el amor! Es el único que puede encontrar el gozo en el sufrimiento. ¿Cómo? Diré como San Agustín: Dadme alguien que ame y entenderá lo que digo. Para el que ama tiene una dulzura inefable sufrir por el amado. Que lo oigan las madres que me leen. ¿No es dulce para su tierno corazón maternal sufrir por sus hijos, por esos pedazos de su corazón? Cualquiera que lleva en el alma un amor genuino, un amor profundo, El Espíritu Santo y sus frutos un amor verdadero, ¿no siente delicioso sufrir por la persona amada? El dolor es la más perfecta donación de nosotros mismos. En la tierra miserable la fórmula del perfecto amor es ésta: «Te amo hasta la muerte, te amo hasta el dolor». Quien no puede pronunciar sinceramente estas frases no ha llegado todavía la cumbre del amor. Y el Espíritu Santo, el Amor infinito, que se nos da, que vive y mora en nuestra alma, que ilumina nuestro espíritu y que caldea nuestro corazón con su amor celestial; nos enseña este secreto inefable, este secreto divino; el gozo en el sufrimiento. (El Espíritu Santo)