La comunión está en nuestros corazones

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Dios puso en nuestros corazones un deseo de comunión que nadie más que Dios puede y quiere satisfacer. Nosotros solemos ignorarlo pues seguimos buscando en cualquier otro lugar esa experiencia de pertenencia. La comunión que hemos estado esperando recibir es la misma que él ha estado esperando dar.