Quinto misterio gozoso. Jesús, perdido y hallado en el templo.
«Y, al volverse, pasados los días de fiesta, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. (…) Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles» (Lc 2,43.46)
Es un ejemplo de obediencia a Dios, de búsqueda de su gloria, del abandono de todo para ser todo de Dios y de su obra. Es una lección para cada cristiano, para enseñar que cuando no se encuentra a Jesús, hay que buscarlo en el templo, delante del santísimo Sacramento, entre los sacerdotes de la santa Iglesia auténticamente designados por ella para permitirnos conocer su santísima voluntad y su enseñanza. (M.S.E.V., 165)