Jesús hubiera sido tu fuente de fortaleza

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En el último día, cuando aparezcamos delante de Dios, no podremos decirle: Dios mío, he tenido grandes dificultades que vencer, triunfar era imposible, mis muchas faltas me desalentaban; porque Dios nos respondería: «Hubiera sido verdad si te hubieras encontrado solo, pero yo te he dado a mi Hijo Jesús; El lo ha expiado, lo ha saldado todo; en su sacrificio disponías de todas las satisfacciones que yo tenía derecho a reclamar por todos los pecados del mundo; todo lo mereció por ti en su muerte; ha sido tu redención y con ella mereció ser tu justificación, tu sabiduría, tu santidad; en El debieras haberte apoyado; en mis designios divinos, Jesús no es sólo tu salvación, sino también la fuente de tu fortaleza, porque todas sus satisfacciones, todos sus méritos, todas sus riquezas, que son infinitas, eran tuyas desde el Bautismo, y desde que se sentó a mi diestra, ofrecíame sin cesar por ti los frutos de su sacrificio; en El debieras haberte apoyado, pues por El yo te hubiera dado sobreabundantemente la fuerza para vencer todo mal, como El mismo me lo pidió: «Te ruego que los preserves del mal» (Jn 17,15); te hubiera colmado de todos los bienes, pues por ti y no por Sí mismo aboga sin cesar» (Heb 7,25).

Jesucristo, vida del alma