Faltar a los votos y promesas

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Nada hay más deplorable. Es mejor, mucho mejor, no hacer promesa ni voto alguno, que hacerlo y no cumplir lo prometido. No hay nada que falsee tanto un alma, nada que le quite el respeto de Dios, de las cosas sagradas y de sí misma, nada que enerve y debilite en ella todo sentimiento elevado y toda energía firme, nada que destruya la delicadeza de la fe y de toda virtud, nada que pervierta la rectitud de los juicios, de los afectos y de las acciones como esta desdichada costumbre de prometer a Dios y no cumplir lo que se promete. No es raro encontrar, en almas alejadas del todo de la religión, un fondo de rectitud, una energía de resolución, una delicadeza de honor donde la verdad hace maravillas cuando llega a manifestarse; pero jamás producirá estos efectos en almas habituadas a prometer mucho y a cumplir poco. (José Tissot, La vida interior)