«De ordinario—dice el P. Grou—, nuestras caídas provienen de la rapidez de la carrera y de que el ardor que nos impulsa no nos permite tomar ciertas precauciones. Las almas tímidas y cautelosas, que tratan de mirar siempre dónde ponen el pie, que dan rodeos continuamente para evitar los malos pasos y tienen un temor exagerado a mancharse, no avazan tan rápidamente como las otras, y la muerte las sorprende, casi siempre, a la mitad del camino. Los más santos no son los que cometen menos faltas, sino los que tienen más valor, más generosidad, más amor, los que hacen más esfuerzos sobre sí mismos, y no tienen miedo de tropezar, ni aun de caer y mancharse un poco, con tal de avanzar» (Manual de las almas interiores). (Citado en José Tissot, El arte de aprovechar nuestras faltas)