El Espíritu Santo nos guía

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El hombre como que se levanta de la tierra y vive en un mundo superior; la mano de Dios lo guía con seguridad, sin tropiezos, sin timidez y el hombre va caminando por los senderos que Nuestro Señor le marca hasta llegar a la cumbre de la perfección a que Dios lo ha llamado. ¡Dichosas las almas que son guiadas por el Espíritu Santo en sus acciones! ¡Qué paz, qué seguridad, qué tranquilidad en esas almas! No tienen las incertidumbres de la vida humana. ¡Dichosas las almas que son conducidas por el Espíritu Santo en medio de las vicisitudes de la vida, entre los tortuosos senderos de la tierra! ¡La mano de Dios las guía de una manera segura y llevan en su corazón la tranquilidad y la paz, porque llevan la luz, porque el Espíritu Santo las mueve, porque van, por decirlo así, bajo la sombra de sus alas caminando triunfalmente por los senderos de la vida que han de llevarlas a la dulce eternidad! (El Espíritu Santo)