Nuestra esperanza no se basa en algo que ocurrirá cuando se acaben nuestros sufrimientos, sino en la presencia real del Espíritu de Dios en medio de esos sufrimientos.
Nuestra esperanza no se basa en algo que ocurrirá cuando se acaben nuestros sufrimientos, sino en la presencia real del Espíritu de Dios en medio de esos sufrimientos.