Es fácil engañarse

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Alimentarse de ilusiones es la gran necesidad y la constante preocupación del interés personal. ¡Cuán hábil es en forjárselas!… Pero en ninguna parte es la ilusión tan frecuente y tan funesta como en este punto de la voluntad de Dios. ¡Hay tanto interés en no verla demasiado, o en verla sólo lo bastante para tranquilizar la propia conciencia sin recargarla demasiado!… ¡Estoy tan habituado a ver a través del prisma del interés personal, y a acomodar mis obligaciones al gusto de mis conveniencias! Antes que la voluntad de Dios consulto mi interés; ¡lo tengo tan cerca y dándome tanta prisa! Su voz sabe dejarse oír muy bien, y el ruido que hace en mis oídos altera el sonido de la voz de Dios, de tal manera que ésta no me llega ya completa. Es siempre el primer objeto que se presenta ante mi vista, y me es difícil pasar por encima de él para ver directamente la voluntad de Dios; y cuando mis ojos descubren esta divina voluntad, a través del prisma engañador de mi sensualidad, mi vista está desviada, los objetos no aparecen ante ella tales como son, y caigo en la ilusión. ¡Y cuántas veces caigo!… Mis entrañas están llenas de ilusiones. (José Tissot, La vida interior)