Puede la persona imaginarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su Sagrada Humanidad y tenerle siempre presente y hablar con Él, pedirle por sus necesidades y quejarse de sus trabajos, alegrarse con Él en sus alegrías y no olvidarle por ellas, no buscando fórmulas de oraciones sino diciéndole palabras que salen del corazón conforme a sus deseos y necesidades. Esta es una excelente manera de avanzar muy rápidamente y quien se esfuerce por tener esta buena compañía y se aproveche mucho de ella y se encienda de veras en el amor de este Señor, a quien tanto debemos, me parece que lo está haciendo bien.