A fin de quitar todo motivo de inquietud y de ilusión Dios ha establecido intérpretes oficiales de su palabra: el director espiritual tiene misión para reconocer y explicar los llamamientos de Dios. Si yo no quiero desconocer ninguno debo vigilar con cuidado y paciencia mi interior y dar cuenta a mi director: la palabra me vendrá de él. Cuando Nuestro Señor derribó a Saulo en el camino de Damasco, para hacer de él San Pablo, aquello fue una señal extraordinaria de su voluntad especial sobre él. El lobo rapaz derribado lo comprendió: Señor, ¿qué queréis que haga? –Levántate y entra en la ciudad, donde Ananías, mi sacerdote, te dirá lo que debes hacer. Dios no le explica, por sí mismo, su voluntad sino que lo envía al hombre que tiene misión de explicarla. (José Tissot, La vida interior)