Disponerse con ánimo para la batalla

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Si aspiras, pues, hija mía, no solamente a la santidad, sino a la perfección de la santidad, siendo forzoso para adquirirla en este sublime grado, combatir todas las inclinaciones viciosas, sujetar los sentidos a la razón, y desarraigar los vicios (lo cual no es posible sin una aplicación infatigable y continua); conviene que con ánimo pronto y determinado, te dispongas y prepares a esta batalla, porque la corona no se da sino a los que combaten generosamente (II Tim. II, 25). Pero advierte, hija mía, que así como esta guerra es la más difícil de todas, pues combatiendo contra nosotros mismos somos de nosotros mismos combatidos (I Petr. II), así la victoria que se alcanza es la más agradable a Dios y la más gloriosa al vencedor;(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)