Lunes 20 de agosto de 1917. ¿Dios mío, por qué me habéis abandonado? Jesús mío, quizás he sido ingrata para contigo. Me siento insensible, fría como el mármol, sin poder ni meditar ni aún comulgar con devoción. Jesús mío, te lo ofrezco por mis pecados y por los pecadores y el Santo Padre y sacerdotes. Me uno a tu abandono en el Calvario.
Martes 21. Hoy he estado más unida a mi Jesús. Le amo. Esta mañana tocó mi corazón y me resucitó de mi letargo. ¡Oh, le amo! Me pidió tres cosas: 1a Que guardara el silencio; 2a Que viviera con espíritu de fe; 3a Que diera gracias por la comunión en la mañana, y en la tarde que me preparara para la otra. Lo primero, cumplí. Perdón Jesús, mañana seré más fiel.