Dios es más fuerte que nuestro pecado

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Por tu nombre, Señor, me perdonarás mi pecado, porque es mucho. Y la gloria que de aquí Dios saca, no nace de nuestro pecado, pues que de sí mismo es desprecio y desacato de Dios; mas procede de la omnipotente bondad divinal, que saca bien de los males, y hace que le sirvan sus enemigos con dar materia para que sus amigos le alaben. Acordaos, que estando el pueblo de Dios, cuando de Egipto salió, en muy grande aprieto, y que esperaban la muerte de mano de los enemigos que tras ellos venían, díjoles Moisés (Ex., 14, 13): No temáis, porque estos gitanos (gitanos: egipcios) perecerán, y nunca más los veréis. Y como la mar ahogase a los gitanos (gitanos: egipcios) y los echase a la orilla, paráronselos a mirar los hijos de Israel; y aunque los vieron, viéronlos muertos, y tan sin temor de mirarlos, como si nunca más los miraran 73 ; y tomaron ocasión de dar gloria a quien los mató, y dijeron (Ex., 15, 1): Cantemos al Señor, porque gloriosamente ha sido engrandecido: que al caballo y al caballero ahogádolos ha en el mar. Todo lo cual es figura de aquel aprieto en que nuestros pecados nos ponen, representándosenos como enemigos muy fuertes que nos quieren matar y tragar; mas la divina palabra, llena de toda buena esperanza, nos esfuerza diciendo que no desesperemos ni tornemos atrás a los vicios de Egipto, mas que siguiendo el propósito bueno, con que comenzamos el camino de Dios, estemos en pie confortados con su socorro, para que veamos sus maravillas; las cuales son, que en la mar de su misericordia, y en la sangre bermeja de Jesucristo su Hijo, son ahogados nuestros pecados; y también el demonio que caballero en ellos venía, para que ni él ni ellos nos puedan dañar; antes acordándonos de ellos, aunque nos duelan como es razón, nos den ocasión que demos gracias y gloria al Señor Dios nuestro por habernos sido piadoso Padre en nos perdonar, y sapientísimo en sacar bienes de nuestros males, matando de verdad el pecado que nos mataba. (Juan De Ávila, Audi filia)