Dios invade el alma abierta

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Al alma que se abre a Dios, que se entrega a Él, Dios la invade, la penetra, la anima con su soplo, la llena de su vida, pone en acción todos sus resortes, la conduce, la mantiene y le hace producir los verdaderos actos de la santidad. El que permanece en Jesucristo debe andar como Él mismo anduvo. Si yo sé permanecer en Él con la tranquilidad de la verdadera aceptación, permanecerá en mí por su acción y me hará dar mucho fruto (José Tissot, La vida interior)