Cuando algún mundano se convierte y llega a ser «niño» de Cristo, con el júbilo del corazón y la alegría en la voz, debemos prorrumpir diciendo: «Nos ha nacido un niño».
Cuando algún mundano se convierte y llega a ser «niño» de Cristo, con el júbilo del corazón y la alegría en la voz, debemos prorrumpir diciendo: «Nos ha nacido un niño».