Todo está dicho cuando la misma Vida anunció a los cristianos que estaría con ellos para siempre: «Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación del mundo». ¿Dónde hallar tema de más útil meditación? Pues no fue, de una vez para siempre, confiada a la gleba la Semilla de Vida, prendido el Fuego y ceñida la espada, quedando el hombre solo en la tarea de hacer germinar y crecer la semilla, avivar el fuego y blandir el acero. Él mismo está presente obrando en nosotros, el querer y el obrar, que diría San Pablo.
La vida en Cristo, libro I