Consecuencias del Don de Piedad

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El don de piedad no solamente nos lleva a cumplir todos los deberes que tenemos con Dios, de una manera delicada, atenta, filial; sino que, como una consecuencia lógica de este espíritu de adopción que el Espíritu Santo infunde en nuestra alma, sentimos un interés singular, un interés cariñoso por todos nuestros hermanos. A la manera que la piedad en el orden natural y en el orden de las virtudes se refiere principalmente a nuestros padres, más como consecuencia lógica de esa relación nos lleva también a cumplir nuestros deberes con todos los consanguíneos, con todos los que forman nuestra misma familia, y aun ampliando más, nos lleva a amar a nuestra Patria, porque nos sentimos íntimamente ligados con nuestros conciudadanos, como formando con todos ellos un solo cuerpo moral y Espiritual; así, desde el momento en que nosotros, por la efusión del Espíritu Santo, sentimos a Dios nuestro Padre, tenemos que sentir la fraternidad con todos los hombres. Porque todos los hombres son nuestros hermanos, si Dios es nuestro Padre; porque esa gloria y grandeza de Dios, de la cual nos sentimos enamorados por el Don de Piedad, nos lleva lógicamente a honrar a todo aquel que participa de la grandeza y de la gloria de Dios. Y todo cristiano todo hombre que no está condenado posee una participación de esa grandeza divina, o por lo menos está destinado a poseerla. Por consiguiente, el Don de Piedad, nos lleva a mirar en todos los hombres nuestros hermanos, nos hace sentir la fraternidad de los hijos de Dios. (El Espíritu Santo)