Verdaderamente, el Espíritu Santo es el alma de nuestra alma y la vida de nuestra vida, ¡lástima que nosotros nos olvidemos con frecuencia de ese mundo que llevamos dentro! ¡lástima que fascinados por las (cosas de la tierra muchas veces perdamos la noción de las cosas divinas! ¡Ah! a cada uno de nosotros se nos pudiera decir lo que dijo Nuestro Señor a la Samaritana junto al brocal del pozo de Jacob: “¡Si conocieras el Don de Dios!” ¡Si supiéramos lo que llevamos dentro de nuestra alma! Riquezas sobrenaturales, riquezas divinas que podemos maravillosamente explotar. (El Espíritu Santo)