Todo complace a Dios y sirve a nuestra salvación

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No sé si mi oración pecadora complace a Dios o no, ya que, cuando rezo, a veces siento una gran felicidad (el porqué no lo sé), una ligereza de espíritu, una especie de gozosa quietud; pero, en otros casos, siento una melancólica tristeza y un abatimiento del ánimo. A pesar de todo, quiero seguir rezando siempre, hasta la muerte. —No te aflijas, querido hermano. Todo complace a Dios y sirve a nuestra salvación, todo, pase lo que pase durante la oración. Así lo dicen los Santos Padres. Tanto si hay alegría del corazón como tristeza, todo está bien. Ninguna oración, buena o mala, se malogra ante los ojos de Dios. La alegría y el fervor muestran que Dios nos recompensa y nos consuela por el esfuerzo, mientras que la tristeza y la sequedad indican que Dios nos purifica y nos fortalece el alma, y que por esta prueba salutífera la salva, preparándola en la humildad para el goce de la dicha bendita en el futuro.(Relatos de un Peregrino Ruso)