10 Frases para conocer y aceptar con amor la voluntad de Dios

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La oración exige confianza y cercanía
  • El verdadero medio de descansar en la voluntad de Dios, sin que nada pueda perturbar mi reposo, es esta práctica de aceptar en una situación dada todo lo que pueda serme más molesto, si a Dios le place enviármelo. Cuando enfrente de una prueba he mirado con valor su aspecto más negro; cuando, sondeando mi corazón, llego a sentir que está dispuesto a todo, con la gracia de Dios; cuando mi sacrificio está hecho, completamente hecho, con toda la amplitud que Dios quiera dar a su acción; cuando hago constar en mí la enérgica resolución de tomar el cáliz de manos de Dios y beberlo por completo, hasta las heces, sin vacilación ni reserva; si sobre todo me mantengo firme a la vista de este cáliz, sin temblar lo más mínimo, entonces ¡vive Dios! nada puede ya alterarme; entonces verdaderamente siento que el amor es tan fuerte como la muerte, y el celo tan inflexible como el infierno. Ni el temor, ni la inquietud, ni la turbación hacen presa en mí: estoy en una igualdad de ánimo y una serenidad de corazón imperturbables. (José Tissot, La vida interior)

Debo ante todo conocer la voluntad de Dios: debo conocerla si quiero seguirla y no andar en tinieblas, y si no quiero exponerme a carecer completamente de prudencia y de discreción. El conocimiento es también aquí la primera condición del bien: debo pedir a Dios que alcance yo pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, a fin de que camine en este mundo siguiendo una conducta digna de Dios, agradándole en todo, produciendo frutos en toda clase de obras buenas y adelantando en la ciencia de Dios. Es necesario que así como los ojos de los siervos están mirando siempre las manos o insinuaciones de sus amos, así como la esclava tiene fijos sus ojos en las manos de su señora, así también nuestros ojos estén clavados en el Señor, Dios nuestro, para consultarle en todas las cosas y conocer su voluntad. (José Tissot, La vida interior)

Para procurar la gloria de Dios existe un camino que hay que seguir. ¿Cómo procurarla si no conozco lo que a ella conduce? La voluntad de Dios me traza el camino; ella me indica por dónde debo ir, lo que debo evitar y lo que debo hacer para procurar su gloria y encontrar mi felicidad; ella me da la dirección para procurar a Dios la santificación de su nombre y a mí el advenimiento de su reino. Después de las dos primeras peticiones viene, pues, naturalmente esta tercera: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. (José Tissot, La vida interior)

Toma, pues, por regla general en todas las cosas, el no querer hacer sino solamente lo que Dios quiere, y dirigir a este fin todos tus deseos, como el único blanco a que debes encaminarlos. Por este medio se llega a ser justos y santos; y en cualquier accidente triste o alegre que te suceda, no solamente gozarás de una perfecta y verdadera paz, sino también de un perfecto y verdadero contento; porque como nada sucede en este mundo sino por orden y disposición de la Providencia divina, si tú no quieres sino sólo lo que quiere la divina Providencia, vendrás siempre a tener lo que deseas, pero ninguna cosa sucederá sino según tu voluntad.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)

Si quieres, pues, entender en qué consiste el fondo de la verdadera piedad, y toda la perfección del Cristianismo, sabe que no consiste en otra cosa sino en conocer la bondad y la grandeza infinita de Dios, y la bajeza y propensión de nuestra naturaleza al mal; en amar a Dios, y aborrecernos a nosotros mismos; en sujetarnos, no solamente a su divina Majestad, sino también a todas las criaturas, por su amor; en renunciar enteramente a nuestra propia voluntad, a fin de seguir siempre la suya; y sobre todo en hacer todas estas cosas únicamente por la honra y gloria de Dios, sin otra intención o fin que agradarle, y porque su divina Majestad quiere y merece ser amado y servido de sus criaturas.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)

En los santos empero, todo es armonía, paz, unidad, porque todo es amor; el Espíritu Santo los ha penetrado, poseído, transformado; con luz divina los santos ven en la voluntad divina el bien de Dios, que es su propio bien, y con toda la impetuosidad de su amor, con toda la vehemencia de la moción del Espíritu Santo se lanzan hacia la voluntad de Dios, con el gozo, con la fruición de quien encuentra el colmo de sus hondos anhelos y la meta de su ansiada felicidad. Solamente el Espíritu Santo puede infundir en nuestros corazones esa posesión por la voluntad divina, porque solamente Él puede darnos a conocer al Padre y enseñarnos a amarlo, transformándonos en Jesús. (El Espíritu Santo, Mons. Luis María Martínez)

Invitación al retiro, a la contemplación y a la soledad. Ahí Cristo encuentra la fuerza para hacer la voluntad de Dios y no la suya, hablar las palabras de Dios y no las suyas, hacer el trabajo de Dios y no el suyo. (Henri J.M.Nouwen)

El dolor en sí mismo no es bueno. Lo que es bueno para el que lo sufre es someterse a la voluntad de Dios, y para el que lo atestigua la experiencia de la compasión y la misericordia. (C.S. Lewis)

Ninguna otra cosa hemos de hacer sino ser solícitos en seguir la voluntad de Dios y en agradarle en todas las cosas. (San Francisco de Asís)

Una sola cosa deseo: la voluntad de Dios… Quiero todo lo que Dios me dé. (Santa Teresita de Lisieux)