Dios quiere que aprendamos a caminar y por eso debe soltar nuestra mano. Si tan sólo la voluntad de caminar está realmente presente, Él se sentirá complacido incluso con nuestros tropiezos.
Dios quiere que aprendamos a caminar y por eso debe soltar nuestra mano. Si tan sólo la voluntad de caminar está realmente presente, Él se sentirá complacido incluso con nuestros tropiezos.