Te sigo, y advierto que yo no puedo salir ocultamente de la escena de este mundo; tantos hilos me unen a la familia humana, tantos a la comunidad que es la Iglesia. Estos hilos se romperán por sí mismos; pero yo no puedo olvidar que exigen de mí un deber supremo. «Discessus pius»: muerte piadosa. Tendré ante el espíritu la memoria de cómo Jesús se despidió de la escena temporal de este mundo. Recordaré cómo él hizo previsión continua y anuncio frecuente de su pasión, cómo midió el tiempo en espera de «su hora», cómo la conciencia de los destinos escatológicos llenó su espíritu y su enseñanza y cómo habló a los discípulos en los discursos de la última Cena sobre su muerte inminente; y finalmente, cómo quiso que su muerte fuese perennemente conmemorada mediante la institución del sacrificio eucarístico: «mortem Domini anuntiabitis donec veniat»: Anunciaréis la muerte del Señor hasta que Él venga.