Amor providente del Padre

1790

Ni un solo cabello caerá de vuestra cabeza sin permiso de vuestro Padre celestial . La caída de un cabello no es ciertamente un acontecimiento de importancia en mi vida. Pues bien; de este acontecimiento, que tan sin cuidado me tiene a mí, se ocupa Dios. Todo está vigilado por su soberana e indefectible inteligencia, que hasta los cabellos de mi cabeza tiene contados. A tanto llega su solicitud. Dios no cesa jamás de obrar sobre mi alma; el cuidado que de ella tiene es incesante; todo le sirve para purificarla y dilatarla. ¡Y con qué maravillosa delicadeza procede! Todo está atemperado y medido en su acción, sabe tocar siempre en el punto, en el momento y de la manera más propicios. Si yo acepto su acción, avanza con rapidez y multiplica sus toques; si la rechazo, se retira suavemente, espera con paciencia y vuelve en otra ocasión, empleando otro procedimiento; a veces usa de dulzura, a veces, de rigor. (José Tissot, La vida interior)