Actitud ante la sequedad

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Siempre, pues, hija mía, que sintieres alguna sequedad de tu espíritu, entra dentro de ti misma, registra con los ojos de la consideración toda tu conciencia, y mira qué defecto hay en ella que te haya privado de la devoción sensible, y procura corregirlo y enmendarlo luego, no por recobrar el gusto sensible de la gracia, sino por desterrar de tu corazón todo lo que ofende y desagrada a Dios. Pero si después de un exacto y diligente examen de tu conciencia, no hallares en ti defecto alguno, no pienses más en la devoción sensible; procura solamente adquirir la verdadera devoción, la cual consiste en resignarse enteramente a la voluntad de Dios. No dejes jamás tus ejercicios espirituales, antes bien continúalos con constancia, por infructuosos que te parezcan, bebiendo con gusto el cáliz de amargura que te ofrece tu Padre celestial. Y si sobre la sequedad interior que padeces, y te hace como insensible a las cosas de Dios, sientes también tu espíritu embarazado y lleno de tan oscuras tinieblas, que no sepas cómo determinarte, ni qué partido o consejo abrazar en esta confusión; no por eso, hija mía, te desalientes, antes bien procura estar siempre unida con la cruz que el Señor te envía, despreciando todos los alivios humanos, y todos los vanos consuelos que pueden darte el mundo y las criaturas.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)