10 frases sobre la Unidad de los Cristianos

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  1. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros —católicos, protestantes y ortodoxos— compartimos la experiencia de estar llamados de las despiadadas y alienantes tinieblas al encuentro con el Dios vivo, lleno de misericordia. Todos, de hecho, desgraciadamente, experimentamos el egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios.

(Frase de Papa Francisco Enero 2016)

 

2. En virtud del Bautismo, podemos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aun si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte que nuestras divisiones. En la medida en que acogemos la gracia de la misericordia, nos volvemos cada vez más plenamente pueblo de Dios, y también llegamos a ser capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un sencillo y fraterno testimonio de unidad.

(Frase de Papa Francisco, Enero 2016)

 

3. «¿Es que Cristo está dividido?» (1 Cor 1, 13).

El nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división. Él vino para crear comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común.

(Frase de Papa Francisco, Enero 2014)

 

4. La oración es el camino principal para alcanzar la comunión plena, porque caminando unidos hacia el Señor caminamos hacia la unidad.

(Frase de Benedicto XVI)

 

5. «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9, 35). Cristo habla de una victoria a través del amor que sufre, a través del servicio recíproco, la ayuda, la nueva esperanza y el consuelo concreto ofrecidos a los últimos, a los olvidados, a los excluidos. Para todos los cristianos la más alta expresión de ese humilde servicio es Jesucristo mismo, el don total que hace de sí mismo, la victoria de su amor sobre la muerte, en la cruz, que resplandece en la luz de la mañana de Pascua. Nosotros podemos participar en esta «victoria» transformadora si nos dejamos transformar por Dios, sólo si realizamos una conversión de nuestra vida, y la transformación se realiza en forma de conversión.

(Frase de Benedicto XVI , enero 2012)

 

6. La unidad plena y visible de los cristianos, a la que aspiramos, exige que nos dejemos transformar y conformar, de modo cada vez más perfecto, a la imagen de Cristo. La unidad por la que oramos requiere una conversión interior, tanto común como personal.

(Frase de Benedicto XVI, enero 2012)

 

7. No se trata simplemente de cordialidad o de cooperación; hace falta fortalecer nuestra fe en Dios, en el Dios de Jesucristo, que nos habló y se hizo uno de nosotros; es preciso entrar en la nueva vida en Cristo, que es nuestra verdadera y definitiva victoria; es necesario abrirse unos a otros, captando todos los elementos de unidad que Dios ha conservado para nosotros y que siempre nos da de nuevo; es necesario sentir la urgencia de dar testimonio del Dios vivo, que se dio a conocer en Cristo, al hombre de nuestro tiempo.

(Frase de Benedicto XVI, enero 2012)

 

8. La unidad no puede ser simplemente producto de la acción humana; es ante todo un don de Dios, que conlleva un crecimiento en la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El concilio Vaticano II dice: «Estas oraciones en común son un medio sumamente eficaz para pedir la gracia de la unidad y expresión auténtica de los vínculos que siguen uniendo a los católicos con los hermanos separados: «Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre —dice el Señor—, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20) 

(Frase de Benedicto XVI, enero 2011)

 

9. El camino hacia la unidad visible entre todos los cristianos habita en la oración, porque fundamentalmente la unidad no la «construimos» nosotros, sino que la «construye» Dios, viene de él, del Misterio trinitario, de la unidad del Padre con el Hijo en el diálogo de amor que es el Espíritu Santo, y nuestro compromiso ecuménico debe abrirse a la acción divina, debe hacerse invocación diaria de la ayuda de Dios. La Iglesia es suya y no nuestra.

(Frase de Benedicto XVI, enero 2011)

 

10. En el momento de Pentecostés el Espíritu Santo desciende sobre personas de distinta lengua y cultura: lo cual significa que la Iglesia abraza desde sus comienzos a gente de diversa proveniencia y, sin embargo, precisamente a partir de esas diferencias, el Espíritu crea un único cuerpo. Pentecostés como inicio de la Iglesia marca la ampliación de la Alianza de Dios a todas las criaturas, a todos los pueblos y a todos los tiempos, para que toda la creación camine hacia su verdadero objetivo: ser lugar de unidad y de amor.

(Frase de Benedicto XVI, enero 2011)