En la oración nos dirigimos a Dios como un Padre

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«Padre», la primera palabra de la oración que Jesús nos enseñó, sintetiza todo el Evangelio, la verdad fundamental de la revelación cristiana: «Dios es Padre». — «Padre», es la expresión usada tan frecuentemente por Jesús para revelar a sus discípulos el misterio de su filiación divina y es también la misma palabra que Él usa para revelar el misterio de nuestra adopción de hijos de Dios. 

Decir »Padre» en la oración

En la oración, pues, nos dirigimos a Dios como a un «Padre»; ésta es la enseñanza de Jesús a sus discípulos. Será después el Espíritu Santo, dado por Cristo mismo a su Iglesia para guiarla en toda la verdad (Jn 16,13), quien esculpirá profundamente esta palabra «Padre» en el corazón de los cristianos y la pondrá sobre sus labios — con todo su valor de cercanía, de ternura y de amor — desde las primeras generaciones de fieles (Gal 4,6; Rm 8,15) hasta nuestros tiempos. Santa Teresa de Lisieux la repetirá con el mismo afecto en sus últimos días: «Si una mañana me encontrasen muerta no os aflijáis: ¿no será tal vez que el Buen Dios, el Padre, ha venido a recogerme?»

Entonces, al decir «Padre» en la oración, confesamos y hacemos nuestro el misterio de amor de la paternidad de Dios, de nuestra adopción de hijos: sentimos «qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1) .

Extracto del libro La oración


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