¿Debo dejar de lado mi meditación y mi oración oral para profundizar en mi vida espiritual?

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¿Debo dejar de lado mi meditación y mi oración oral para profundizar en mi vida espiritual?

Entrevista a Dan Burke

P: Estimado Dan, yo tengo una regla de vida (compromisos espirituales firmes) y, como parte de esa regla, diariamente he estado meditando (según san Ignacio) y rezando el rosario y la Liturgia de las Horas desde hace años.

Mi preocupación es que he escuchado que si siento la presencia del Señor (lo cual sucede a veces), debo dejar de lado estas oraciones y concentrarme en el Señor. Estoy confundido, yo pensé que concentrarme en Dios era lo que ya estaba haciendo y seguir la acción que se me aconseja resultará en el fracaso de guardar mis compromisos con el Señor. ¿Qué es lo que no estoy entendiendo?

R: Estimado amigo, tu hábito de oración diaria refleja un hermoso ejemplo de compromiso sustancial con Cristo. No pierdas jamás tu dedicación de buscar tiempos específicos para la oración y tus compromisos concretos con el Señor, encontrarás grandes recompensas en este nivel de devoción rigurosa. De hecho, tu ascesis probablemente te condujo hasta una importante encrucijada en tu vida de oración.

La diferencia entre medios y fines

¿Por qué rezamos? A esta pregunta, algunos contestarán «porque debemos hacerlo» y tienen razón. Dios es merecedor de nuestra oración y auto-entrega, y, simplemente, en base a su bondad, debemos responder con un compromiso riguroso de oración diaria. Sin embargo, este acercamiento refleja más un ejercicio de deber (lo cual es bueno) y no tanto de devoción (la cual sería mejor).

Para la persona de buena voluntad, generalmente, el deber es el punto de partida apropiado. Sin embargo, el propósito o finalidad de nuestra oración no es solamente pagar una deuda o palomear un punto en nuestra lista de deberes religiosos. No, Dios merece mucho más que nuestro deber, Él merece y desea nuestro amor. Además, Él no nos ha llamado a una relación sólo de deberes, sino que nos ha traído a la existencia para tener una profunda relación de amor con Él. Hemos sido llamados a una vida de abundancia, plenitud, amor, gozo y paz en su presencia.

Así que la finalidad de la oración es una íntima relación con el Dios del universo, no con un listado de cosas por cumplir.. Una vez que hay claridad respecto a los fines, podemos ahora volver nuestra atención a los medios.

El rosario y la meditación son medios hacia un fin, más que ser un fin en sí mismos. Ambos son importantes. Particularmente el rosario nunca debe ser abandonado como una práctica diaria. No obstante, si estamos creciendo apropiadamente en el Señor, como se indica en tu pregunta, puede haber tiempos cuando hagamos una pausa en nuestra atenta repetición para movernos hacia una experiencia más profunda de oración.

La meditación es algo diferente. La meditación es un medio necesario para el crecimiento espiritual temprano, pero un medio que, sin embargo, debemos hacer a un lado una vez que el Señor comienza a llamarnos hacia un nivel de oración más profundo. Al principio, este hacer a un lado es simplemente el propio fruto de una meditación afectiva. Sin embargo, después, por puro acto de gracia de parte de Dios, nuestra meditación queda completamente de lado para terminar en contemplación. Aunque no nos detendremos aquí sobre este elemento, en La Subida del Monte Carmelo, san Juan de la Cruz habla sobre esta transición en detalle, particularmente en el Capítulo 13 donde dice:
Porque es necesario abstenerse de ella (la meditación) en el momento apropiado, para poder unirnos más a Dios sin que ésta nos lo impida.

Puntos clave para recordar

Por si acaso he fallado en proveer suficiente claridad hasta este punto, permíteme repetir unos puntos importantes.

• Primero, nunca debemos abandonar el rosario como parte de nuestra oración diaria.
• Segundo, si estamos progresando normalmente, habrá un tiempo cuando nos moveremos hacia la meditación discursiva.
• Tercero, habrá ocasiones cuando éstos y cualquier otro medio o método de oración deben detenerse mientras seguimos lo que el Señor nos va indicando.

Un ejemplo

Supón que estás rezando el segundo misterio doloroso o practicando tu meditación sobre la escena de la flagelación. Al iniciar tu oración todo es normal, sin embargo, en un punto de la misma, eres llevado con una claridad inusual hacia algún aspecto de Cristo sufriendo. Tanto si esto te lleva a una toma de conciencia de lo que Él ha sufrido por ti en lo personal, como si caes en profunda pena por lo que experimentas como testigo de su sufrimiento, sin importar el llamado específico, puede ser un momento importante para hacer una pausa y reflexionar – para permitirle a Dios que te adentre más en la escena, en su presencia, en el momento y realidad de su sufrimiento. Cuando digo pausa, ¿qué es lo que quiero decir? Es muy simple, detenerme y estar presente para Dios. No es hacer un cambio intelectual grandioso, no es enfocarte sobre lo que está pasándote en la oración, sino enfocarte en lo que Él te está mostrando. Entregarte tú mismo a esta revelación especial, a este regalo especial. Cuando este momento pase, puedes pausadamente regresar a completar tus compromisos, pero si este momento se extiende durante todo el tiempo que dedicas a la oración, no debes sentirte culpable por no haberlos completado. Al contrario, debes regocijarte con las gracias especiales que has recibido.

Lo que sucede en estos momentos es que Dios te está llevando más allá de los medios de oración y hacia la última y divina finalidad: Él mismo.Entonces, para contestar a tu pregunta, a menos que tú seas un religioso consagrado o estés obligado a cumplir con oraciones específicas por cuestión de obediencia, sería un acto bueno, aconsejable y santo el dejar los medios de lado para participar plenamente con el Fin de todos los Fines.


Original en lengua inglesa: Catholic Spiritual Direction. Agradecemos esta aportación al P. John Bartunek, L.C.Traducción a cargo de www.la-oracion.com