Cuanto más pequeño eres, más grande es tu oración

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La oración: antídoto para la amnesia espiritual

Comentario a la catequesis de Benedicto XVI. Audiencia General del 7 de diciembre de 2011

“Te alabo, Padre, (…), por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”. Ésta es la oración de Cristo que comentó el miércoles el Papa, dándonos algunas ideas pueden enriquecer nuestra propia oración.

1. ¿Cómo empiezo mi oración?

Pues como la empieza Cristo, y Él empieza “alabando”… pero ¿qué significa “alabar”? El vocablo griego usado en el Evangelio para decir “te alabo” quiere indicar “te reconozco en profundidad”. Así es como Cristo empieza su oración, reconociendo en profundidad con quién está hablando (Su Padre) y quién es Él (Su Hijo, el Amado). Qué modo más incisivo de empezar a orar: reconociendo en profundidad existencial quiénes somos nosotros y ante quién estamos.

2. ¿Por qué necesito ser pequeño para que Dios se me revele?

El Papa se pregunta cuál es la pequeñez que nos permite reconocer profundamente a Dios… y la respuesta se halla en la “pureza de corazón”, porque son los limpios de corazón los que verán a Dios, los que son capaces de reconocerlo. Debemos tener un corazón simple como los niños, sin la presunción de pensar que somos autosuficientes y que no necesitamos a Dios en nuestra vida.

Cuanto más pequeños somos, más capaces de “alabar” a Dios, de reconocerlo por lo que Él es. Y cuanto más lo “alabamos”, más pequeños nos vemos, creando así un círculo virtuoso que nos lleva a unirnos más a Él.

Aquí puedes leer la catequesis del Papa del 7 de diciembre del 2011.


Autor, P. Francisco Armengol, L.C

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