¿Cómo prepararme mejor para la oración?

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¿Cómo prepararme mejor para la oración?

Entrevista al P. John Bartunek

Pregunta: Querido Padre John, en la primera sección de su libro La mejor parte, menciona algo sobre prepararse desde la noche anterior para la meditación del día siguiente. Lo mismo le escuché a un sacerdote que nos dio una plática durante un retiro. ¿Podría usted explicar esto un poco más? ¿Qué quiere decir usted exactamente? ¿Esto es sólo para los religiosos y sacerdotes, o yo también debo empezar a hacerlo?

Respuesta: Me parece que tu pregunta la haces en respuesta directa al suave impulso del Espíritu Santo. Lo que has notado son referencias sobre la «preparación de los puntos» (como los escritores espirituales frecuentemente los llaman) en dos diferentes contextos y ha despertado tu curiosidad. Así es como usualmente el Espíritu Santo busca llamar nuestra atención. Trataré de explicarlo lo mejor que pueda.

Razones para prepararnos

Comencemos con una analogía: Si vas a realizar un viaje en automóvil hacia un lugar donde nunca has estado antes, ¿qué es lo primero que haces?… Buscar la dirección (a menos que cuentes con un GPS, pero pongamos por caso que no lo tienes) y, al buscarla, anotas los puntos de referencia: entrar a la I-95 norte, tomar la salida 78 hacia Clintonville, dar vuelta a la derecha en la gasolinera Gulf…. Una vez que has iniciado el viaje, mantienes a la mano la dirección y, de vez en cuando, vuelves a leer los puntos de referencia mientras te diriges a tu destino. Estas anotaciones no sustituyen al lugar al que te diriges; son sólo una ayuda para facilitarte el viaje y que no te extravíes.

La «preparación de puntos» para nuestra meditación equivale a anotar las indicaciones para tu meditación. Es una práctica que desde antiguo ha sido utilizada no sólo por sacerdotes y religiosos, sino también por laicos –por cualquier persona que busca mayor profundidad y coherencia en su oración mental. Se fundamenta primordialmente en el principio, extremadamente realista, de que rara vez nos encontramos en las circunstancias perfectas para orar a Dios.

De hecho, usualmente la oración mental exige mucho. Durante la meditación, no sólo debemos guardar para más tarde nuestras preocupaciones y la lista de cosas por hacer (y todas tienden a hacer rabietas cuando no les ponemos atención), sino que también debemos luchar contra el cansancio o la incomodidad física, los ruidos externos y hasta las arteras distracciones del demonio. Esto ayuda a explicar por qué la perseverancia en la oración es todo un reto; también explica por qué tantos bien intencionados cristianos nunca avanzan más allá del nivel más elemental de oración mental –la arremetida de los obstáculos impide que se progrese. La «preparación de puntos» es una táctica probada para ayudarnos a lidiar, de manera más eficaz, con todos estos obstáculos.

Cómo preparar los puntos para la meditación

Veamos ahora cómo funciona. Por la tarde, o por la noche, antes de irte a dormir, dedica cinco minutos para preparar la meditación del día siguiente. Hazlo la noche anterior, aunque la meditación la vayas a hacer hasta el mediodía o por la tarde del día siguiente (es muy recomendable tratar de hacer nuestra meditación antes de lanzarnos a las actividades del día). Durante esos cinco minutos haz lo siguiente:

Reunir el material

Reúne el material que necesitarás para tu meditación, e.g., libreta o diario espiritual, el crucifijo, el libro o texto sobre el que harás la meditación (tu Biblia, un misal, un libro de meditaciones…). Tener todo junto desde la noche anterior te ayuda a estar seguro que, cuando llegue el momento de hacer la meditación, podrás iniciarla sin retrasos.

Anota los puntos

En la libreta o diario, anota los «puntos» de tu meditación (poner las cosas por escrito ayuda inmensamente en este momento, aunque sólo escribas algunas palabras clave, porque te permite enfocar tu mente hoy y te ayudará a concentrarte mañana, cuando las distracciones o el cansancio traten de apartarte de tu propósito).

Qué puntos anotar

El primer punto (y el más importante para traer a la mente la noche anterior) es por lo general el fruto que esperas sacar de la meditación. Éste va ligado a tu programa de vida, a las necesidades de tu alma, a las virtudes en las que estás trabajando. Por ejemplo, mi fruto pudiera ser «profundizar en mi convicción que Dios es mi Padre, y me ama con amor eterno». Algunas veces el fruto puede plantearse en forma de petición: «Señor, ayúdame a ver y a creer más firmemente que me amas». Ésta es la gracia que estás buscando en tu meditación y es a la luz de esta gracia que has escogido el libro o texto que estás usando para ayudarte a meditar. Los otros «puntos» que puedes anotar se sacan de ese texto. Puedes leer brevemente alguna parte o todo el texto sobre el que harás la meditación y si algo te llama la atención, escribe una palabra clave –éste es un «punto de meditación». Si nada te impresiona, puedes, de todos modos, escribir algunos pensamientos que te ayudarán a adentrarte en la meditación al día siguiente. Por ejemplo, puedes escribir una intención: «Ofrecer esta meditación por Jerry, que se someterá a una cirugía esta semana», o puedes anotar algún recordatorio: «Terminar la meditación rezando despacio el Salmo 22, usándolo para renovar mi confianza en Dios». Cuando escribimos los puntos de meditación, éstos se convierten en puntos de referencia durante la misma, en anclas que nos mantienen enfocados mientras las olas de la distracción y el agotamiento nos jalan hacia cientos de direcciones diferentes.

Anotaciones

Mientras vas anotando los puntos, trata de evitar ser demasiado detallado. No se supone que hagas la meditación la noche anterior, solamente que tengas todos los ingredientes listos. Luego, después de rezar las oraciones de la noche y de apagar la luz, al ir entrando en el sueño, puedes traer a tu mente los puntos que has preparado. Esto le da al subconsciente la oportunidad de trabajar a favor de tu meditación. Algunas veces, inspiraciones importantes vendrán a tu mente al irte durmiendo, inspiraciones que serán pieza clave en la meditación de mañana.

Eso es todo, así de sencillo. Podría tratar de describir con mayor detalle los muchos beneficios que se reciben para quienes hacen el esfuerzo, aunque sea uno pequeño, por preparar sus puntos de meditación, pero el simple hecho de que esta práctica haya sido comúnmente recomendada por la Iglesia durante los últimos quinientos años debe ser suficientemente convincente. Además, es mucho más interesante probar y ver qué hace el Espíritu Santo por ti en lo personal, que agotarse en la descripción de lo que experimentó alguien más y luego, quizás erróneamente, tratar de reproducirlo en uno, detalle por detalle. Pero aun así, estoy seguro que todos tendremos interés en saber cómo te va si decides hacer el intento. ¡Que Dios te bendiga!


Agradecemos esta aportación al P. John Bartunek, L.C. Traducción a cargo de www.la-oracion.com

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