En el amanecer vemos hacia oriente, nos orientamos. ¿Qué vemos en oriente? El sol naciente. Con el sol naciente la creación nos habla de Cristo, Luz del mundo. Y el sol naciente nos ayuda a orar al amanecer. Nos ayuda a orar porque la creación proclama la gloria de Dios.
El sol que vence las tinieblas no es un ser mudo, sino que nos habla de nuestro Creador y Redentor. Como dice San Pablo: «desde la creación del mundo, lo invisible de Dios se deja ver a la inteligencia a través de sus obras» (Rm 1,20) y san Atanasio: «El firmamento, con su grandeza, su belleza y su orden, es un admirable predicador de su Artífice, cuya elocuencia llena el universo» (PG 27,124).
Así ora el salmista:
(Salmo 18)
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
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Orientarse al amanecer
Un modo práctico y profundo de orar por la mañana es mirar hacia oriente y al ver salir el sol alabar a Dios por ser el Señor de la vida y de la historia.
Un elemento característico de la liturgia cristiana es, desde sus comienzos, la orientación del templo hacia el sol naciente, que es símbolo de Cristo. «Orientación es sobre todo una simple expresión de la mirada vuelta hacia Cristo como lugar de encuentro entre Dios y el hombre. Expresa la forma cristológica fundamental de nuestra oración. El hecho de que se vea a Cristo simbolizado con el sol naciente remite también a una cristología escatológicamente determinada. El sol simboliza al Señor que volverá, la última alba de la historia. Orar volviéndose hacia oriente significa ir hacia Cristo que viene.» (Cfr. Introduzione allo spirito della liturgia, Joseph Ratzinger, pg 65) Más adelante el Card. Ratzinger afirma con fuerza que deberíamos volver a la tradición apostólica de construir los edificios cristianos hacia oriente.
Cada mañana es una nueva oportunidad de conversión, de comenzar el día volviendo la propia vida hacia Dios. Amanecer «orientados» quiere decir comenzar el día mirando a Cristo crucificado: «Mirarán al que traspasaron» (Zc 12,10) y con los ojos clavados en Él bendecirlo y pedirle que sea nuestra luz. Esto vale también como oración para comenzar el año nuevo, que es también como un amanecer.
Señor, como el centinela, cada mañana espero la aurora. El sol naciente me habla de ti.
Eres el astro brillante junto al que toda otra luz palidece.
Eres Cristo resucitado que vence las tinieblas del pecado y de la muerte.
Eres la hoguera perpetua, el amor que arde en mi corazón.
Ilumina mis sendas con tu Palabra. ¡Sé mi camino, mi luz!
No permitas que me separe de ti.
Petición especial
Hoy aprovecho para pedirles que agradezcan conmigo a Dios el don del sacerdocio. Hoy hace 22 años fui ordenado sacerdote por el Papa Juan Pablo II. Veo este aniversario como un nuevo amanecer; feliz, profundamente feliz de ser sacerdote. Les pido sus oraciones para que sólo Él brille en mi vida sacerdotal y que mantenga la mirada centrada en Cristo crucificado; que camine siempre hacia Él y que ayude a quienes encuentre a seguir la Luz Verdadera.
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Autor: P. Evaristo Sada L.C. (Síguelo en Facebook)
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