¿Cómo podemos practicar hoy las obras de misericordia?

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Jesus camina conmigo
  • Jesús dice que cada vez que damos de comer a quien tiene hambre y de beber a quien tiene sed, que vestimos a una persona desnuda y acogemos a un forastero, que visitamos a un enfermo o un encarcelado, se lo hacemos a Él (cf. Mt 25,31-46) (Papa Francisco)
  • La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades (Benedicto XVI)
  • Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre. En cambio, precisamente la humildad de corazón y la experiencia personal del sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía (Benedicto XVI)
  • Ante alguien necesitado… «me paro, le escucho, pierdo el tiempo y le consuelo, eso es un gesto de misericordia y eso se le ha hecho no sólo a él, ¡se ha hecho a Jesús!» (Papa Francisco)
  • Hay que abrir los ojos, hay que saber mirar a nuestro alrededor y reconocer esas llamadas que Dios nos dirige a través de quienes nos rodean. No podemos vivir de espaldas a la muchedumbre (San Josemaría)
  • «Reconocer su rostro», el de Cristo, «en el de quien se encuentra necesitado es un verdadero desafío contra la indiferencia.» Papa Francisco)
  • «… tengo miedo de que el Señor pase» y no le reconozca, que el Señor pase delante de mí en una de estas personas pequeñas, necesitadas y yo no me dé cuenta de que es Jesús. ¡Tengo miedo de que el Señor pase y no le reconozca!  (Papa Francisco)
  • Estas obras de misericordia son los rasgos del Rostro de Jesucristo que cuida de sus hermanos más pequeños para llevar a cada uno la ternura y la cercanía de Dios. (Papa Francisco)
  • No caigamos en la trampa de encerrarnos en nosotros mismos, indiferentes a las necesidades de los hermanos y preocupados sólo de nuestros intereses. (Papa Francisco)
  • Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt 5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. (Benedicto XVI)
  • Una sonrisa, una caricia, un apretón de manos son gestos simples, pero muy importantes para quien se siente abandonado (Papa Francisco)
  • Que el Señor Jesús, que a todos acoge con sus brazos abiertos en la cruz, nos ayude a crecer como hermanos en su amor y a ser instrumentos de la misericordia y ternura del Padre.  (Papa Francisco)
  • Esforcémonos en rezar los unos por los otros para que las obras de misericordia corporales y espirituales se conviertan cada vez más en el estilo de nuestra vida. (Papa Francisco)